lunes, mayo 28, 2007

TRADICION CORREGIDA

TRADICIÓN CORREGIDA

Por: Luis H. Arthur S. n www.luis.arthur.net www.luiharthur.blogspot.com 27 Mayo 2007

Alguna vez he resaltado la urgente necesidad que tenemos los dominicanos de contar con personas sobresalientes, de vivir de glorias ajenas. Como huérfanos, nos peleamos si un buen pelotero nació en EE.UU. y dice que es estadounidense. Es una afrenta que no se considere de cuerpo y alma dominicano, aunque no hable español si algún padre o abuelo lo fue. Llegamos hasta la osadía de cambiarle el nombre de Duarte, nuestro Padre de la Patria al Centro Olímpico por alguien muy meritorio pero enano ante la obra del Patricio.

Con su nombre bautizamos provincias y calles, su natalicio es día festivo, pero no seguimos sus enseñanzas, ni entendemos su calvario, el que le impusimos por darnos patria, de destierro y ostracismo con su familia.

Traemos sus huesos a un Monumento de Mármol Blanco y lo dejamos a los vaivenes de un gran burdel nocturno, donde los custodias comen, enamoran y hasta orinan en su altar.

Los dominicanos no somos dables a reverenciar más que a los vivos con posibilidades de salpicar y mientras salpiquen.

Hace poco se publicó una investigación genealógica seria que demuestra documentalmente, no de boquita, que el apellido Duarte existía aquí un par de siglos antes de que el padre del Patricio emigrara a esta isla. Lo penoso es que despoja a esta familia, que con la misma necesidad de todos vivió aferrándose a un supuesto parentesco que se demuestra inexistente y carente de toda base documental.

Como buenos dominicanos inmediatamente insultamos, desmeritamos y tildamos de “mamotreto” una investigación documentada, que nunca hicieron; seria y de valor científico.

El ascendiente de ellos llegó unos 50 años antes que el Duarte del Patricio (entre 1795 y 1798). Una investigación genealógica en España podría encontrar parentesco colateral lejano, pero eso de que los Duarte dominicanos se ofendan, descalifiquen, por el simple hecho de que una tradición de tantos años, que confundía nombres y fechas, sea inexistente, es injustificable.

Los documentos que avalan esa investigación fueron extraídos de los libros eclesiásticos y otras fuentes. Ellos, que ya los tienen y están en http://www.idg.org
.do/capsulas/capsulas.htm. Deberían estudiarlos y rebatirlos con los documentos que avalen su tradición y otros nuevos, o atenerse humildes a hechos no inventados.

luis@arthur.net