viernes, noviembre 30, 2007

EL NOMBRE

EL NOMBRE

Por: Luis H. Arthur S. www.luis.arthur.net www.luisharthur.blogspot.com 30 Noviem-bre 2007

Dale Carnegie en su libro “Como ganar amigos e influir en las personas” nos habla de lo importante que es para una persona su nombre.

En nuestros tiempos toda persona se identifica de las demás por uno o más nombres y uno o dos apellidos, y según el autor citado, estos suenan como música en sus oídos y crea en el nombrado una simpatía casi instantánea hacia quien los pronuncia, sea conoci-do o no.

Los pichones de genealogistas trabajamos con la cadena de ascendentes y descendentes de las personas, donde se siguen las líneas de los apellidos. Generalmente empezamos con nosotros mismos y nuestra esposa, hijos, lo que es la parte fácil, y de ahí ascendemos hacia padres, abuelos, bisabuelos y colaterales en una cadena casi infinita.

Este ejercicio fascinante, largo y tedioso cuando se quiere hacer bien y con datos com-probados, nos pone en contacto con muchos apellidos distintos, parecidos o no, distorsio-nados y cambiantes por mala declaración o deficiente escritura de los encargados del re-gistro civil o eclesiástico, que son las fuentes oficiales de datos, y por donde se empieza a crear la individualidad, arrastrando los apellidos del padre y la madre.

Como genealogista, aunque sea pichón, lo cual suena muy bien en personas viejas, pues luce traer aires de juventud, de esa que ya se consumió como antorcha al fuego, donde las chispas son cada vez menos, tengo conciencia de estos apellidos parecidos y cambiantes y debo estar alerta, muy alerta, pues si al pronunciar o escribir el nombre, por descuido lo hago mal, en vez de lograr una reacción positiva, la logro negativa y de enojo, pues la persona puede sentirse maltratada porque la han confundido, y ser interpretado como un desprecio. Y tiene razón, la han “ninguneado”.

Todos estamos sujetos a este errar, quizás por mala memoria pero sobretodo por descui-do.

En mi artículo de hace tres días “Construcciones I” cometí ese error involuntario, por el que pido disculpas públicas.

El notable e ilustre profesor, forjador a cincel y martillo de tantos buenos ingenieros civi-les, fue don Mario Penzo. Penson es el apellido de mi querido amigo Cesar Nicolás, mi ex vecino, nieto de otro ilustre personaje.

Una sentida excusa a Noemí, Mario y a todos los afectados por mi injustificado desliz.

luis@arthur.net