jueves, septiembre 03, 2009

EN CASA DEL AHORCADO

Sin Temor… Ni Favor…

En casa del ahorcado


Luis H. Arthur S.

Los tiempos han cambiado desde aquellos días en que el hombre comenzó a diferenciarse de los demás miembros del reino animal. Hasta ese momento su forma de gobierno era la que aun hoy vemos en los demás seres vivos que con nosotros poblamos este planeta: la ley del más fuerte, donde un individuo se imponía sobre todo los demás miembros del grupo, hasta que otro más fuerte o más astuto le arrebataba el mando. Los demás del grupo no significaban nada. Eran como extensiones de la voluntad del jefe.
Con el tiempo se fue sofisticando y ya el gobierno personal no era tan efectivo ante el número creciente de miembros y surgieron los gobiernos con ejércitos y asistentes, encabezados por un líder que tomó muchos nombres, el de Rey fue uno. Su poder era absoluto y su dinastía hereditaria.
Hasta hace poco tiempo pudimos aparentemente librarnos de estos predestinados “por la voluntad de Dios”, y comenzar a trillar el camino arduo y difícil de la participación de todos en el gobierno.
Costó mucho trabajo, guerras, sangre, pero se ha ido imponiendo muy lentamente en la mente de todos, que cada uno de nosotros tiene derechos y no sólo deberes.
Sin embargo, cada día sufrimos enfrentamientos y conatos de retrotraernos al pasado que para pocos era feliz, pero no para la mayoría. Así en nuestro país tuvimos muchos dictadores. Europa tuvo a Hitler, Stalin y Mussolini, y en este duro batallar entre el retrogradismo y lo moderno que llamamos democracia, estrenada en Grecia hace miles de años, nos encontramos con que hoy aun hay tantas muestras del oscurantismo del pasado.
Hemos encontrado que el nuevo sistema ha tenido sus muchas partes débiles que han permitido que los gobiernos que se dicen democráticos burlen sus principios y sea verdaderos dictadores disfrazados, contando con que la gran masa de los pueblos pobres y poco desarrollados no entienden bien y por la miseria en que viven actúan tantas veces contra sus intereses.
Gadafi, igual que Fidel pero con 10 años menos, celebra sus 40 años en el poder, mandando su pueblo con mano de hierro, tras derrocar al Rey, sin que aun haya surgido nadie más hábil y fuerte que él para derrotarlo y sin que se conciban elecciones libres. Si esto es penoso, lo es más que nuestro Presidente que se dice democrático, encabezando un gobierno de Alibabá, haya usado su discurso en Trípoli, Capital de Libia, para condenar nuevamente el golpe de estado en Honduras, y quejarse de la fracasada reposición del derrocado, mentando soga en casa del ahorcado.
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *2\IX\2009